Este es un artículo sobre atención infantil publicado por el Doctor Jordi Catalán Balaguer, Coordinador del Instituto Médico Infantil de Barcelona y nos parece “muy acertado” compartir con todos vosotros. Reflexionemos juntos:

Una observación que me ha hecho pensar y entristecer este verano, es ver a muchos niños, pero a muchos niños, grandes y pequeños, en los restaurantes, bares y chiringuitos, ensimismados ante la tableta, el móvil, el “ifon”… o cualquier mini-pantalla, sin decir nada, pasmados, ausentes de la dinámica de su entorno, con una visión y una audición cerradas, exclusivamente mirando unos pocos centímetros de pantalla, a poca distancia de sus ojos… pulsando ansiosamente botones para superar pantallas, viendo series, películas o cualquiera de las muchas ofertas que ofrece la pantalla tonta portátil. En muchas ocasiones los comentarios de los padres, ante la insistencia tozuda del niño, son: “bueno un poco, cuando termines la partida…cuando termine el capítulo… la apagas”, y el tiempo pasa y pasa, y el niño sigue jugando mientras los padres están tan tranquilos a lo suyo.

Me parece mal, por la evidente falta de habilidades que tienen algunos padres para conducir una situación en si misma delicada… que el niño esté quieto durante la comida. Sin duda sería mucho mejor compartir la vivencia con sus mayores, interaccionando con ellos, aumentando los vínculos, disfrutando de la riqueza de un momento tan importante, aprendiendo a descubrir nuevos sabores, olores, texturas… Además, teniendo en cuenta que son situaciones muy difíciles de compartir durante el resto del año.

Me parece especialmente peligroso que la única manera de que el niño sepa estar tranquilo y quieto, sea mirando bobamente una pantalla.
Por cierto, intuyo que esta situación, del mal uso de las pantallas, se incrementa enormemente en el cada día de la casa a lo largo del año, especialmente durante los fines de semana.

Tiernos cerebros (los he visto que no alcanzan los dos años) aprenden a inhibir su energía vital activando áreas cerebrales basadas en la observación de los movimientos de los personajes de la pantalla, la repetición de los acontecimientos (mismos episodios), lenguaje sencillo y concreto (no necesita procesarlo).
Pienso en ¿cómo va actuar este niño ante un/a profesor/a que en el aula le explicará conocimientos basados en la información oral? No va a tener apoyo de los poderosos estímulos visuales a los que el niño está acostumbrado. La visión será amplia, panorámica. La audición compleja, rica, con matices, con necesidad de participación activa por parte de él para integrar correctamente la información.
Seguro que en la escuela tendrá importantes dificultades para mantener la atención… Pero, algunos siguen pensando que es más fácil recurrir a la pastilla que a ir educando día a día la capacidad de mantener la atención del niño.”